martes, 16 de junio de 2009

*01 SALVACIÓN 1/2


El insistente sonido del ir y venir de las ambulancias por la calle principal me estaban empezando a poner nervioso. Primera luna llena de Marzo, y con ella una nueva misión y un nuevo objetivo. Cargué la nueve milímetros y me la metí en la cintura esperando a que me dieran la señal. Los segundos del reloj de pared del salón me taladraban lenta y repetitivamente al tiempo que iba aumentando mi desesperación. De pronto un mensaje llegó a mi teléfono móvil con la dirección de la casa del objetivo. Aunque yo ya sabía perfectamente donde vivía, así que abrí la puerta de la calle y bajé rápida y silenciosamente las escaleras hasta llegar a la desierta calle de medianoche.

Mientras caminaba a paso ligero en dirección a la casa del chico agarré el móvil y lo llamé para avisarlo de mi llegada.
- ¿Si? – sonó su voz tras un par de tonos desde el auricular de mis manos libres.
- Ser – empecé fríamente – Voy para tu casa, ¿Estás solo verdad?
- Si – contestó con un hilo de voz- ¿Qué esta pasando tío?
- Tu tranquilo, no abras a nadie sin asegurarte de que soy yo. Estaré ahí en dos minutos – y sin esperar respuesta colgué.

Salí corriendo de repente, cruzando calles sin mirar y esquivando las ambulancias que iban y venían pitándome a su paso. Subí su empinada calle hasta llegar justo enfrente de su puerta. Aparentemente, no había nadie, así que llamé al timbre dos veces como si por esa forma de llamar me conociera.
- Abre Ser, soy yo – dije mirando a la mirilla de la puerta

Se oyó como se corría un pestillo y un manojo de llaves, en cuanto vi que la puerta cedía le di un empujón colándome en su casa, apartando al asustado chico y cerrando la puerta de nuevo.
- ¿Hay alguna puerta más? – pregunté observando su rostro pálido y lloroso.
- No… - dijo algo confuso – Ya he cerrado las ventanas… ¿me vas a decir que es lo que esta pasando?
- Aquí no, subamos a tu habitación.

Mirando a cada rincón de su recibidor, lo cogí por la cintura y lo arrastré, literalmente, hasta su cuarto, dándole un empujón y sentándolo en la cama.
- ¿En que coño te has metido, Ser? – le pregunté atrancando la puerta con una silla – ¿A quien cojones as mosqueado de tal manera para que te pongan precio por tu cabeza?
- Buah Reg tío… no rayes colega… - contestó desviando la mirada
- No tío, contéstame a la puta pregunta. ¿En que coño andas metido? – hubo una pausa en la que no contestó – Esta bien. Te lo preguntaré de otra manera. ¿A quien jodistes hace dos meses y que ahora te quiere borrar del mapa?
- Pues… - empezó – Nadie tío nadie. Además, ¿que me va a hacer la puta esa? ¿Mandarme a sus padres?

Pero en ese mismo momento un aullido quebró el silencio y la tranquilidad circundante. Tanto Ser como yo fuimos a la ventana y, incrédulos, vimos algo que no esperábamos.
- A sus padres no… - continué – pero al licántropo de dos metros que tienes ahí abajo creo yo que si…

Nos quedamos callados y justo cuando parecía que Ser iba a hablar aparecieron cinco licántropos más por ambos lados de la calle.
- ¿Sabes usar una pistola? – dije sacándole la nueve milímetros y dándosela – No dispares si no tienes nada a tiro, y no intentes hacer de héroe porque eso de ahí abajo se puede hacer un traje con tu piel en menso de un minuto. Así que…

Pero mis palabras fueron calladas por unos golpes insistentes en la puerta de la entrada. Ser me miró, incrédulo, caminando de espaldas hacia la cama. Pronto escuchamos un fuerte estruendo y un seguido de aullidos. Sin pensar, agarré el armario que había justo delante de la puerta y gracias a las dimensiones reducidas de la habitación de ser, este quedo atravesado atrancando la puerta.
- Son balas de plata – le dije – no dispares si no lo tienes a tiro – le repetí – todo saldrá bien, te lo juro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario